lunes, 7 de marzo de 2016

 
El Buen Trato.

El concepto de trato refiere a la acción y efecto de tratar. Este verbo tiene diversos acepciones, como el proceder con una persona (ya sea de obra o de palabra) o la relación con un individuo.
Puede entenderse al trato como la forma de comunicarse o de establecer un vínculo con otra persona o con un grupo de sujetos. Por ejemplo: “Es un muchacho simpático, muy agradable en el trato cotidiano”, “No soporto cuando los padres le dan ese tipo de trato a sus hijos”, “Me siento cómodo con el trato que me dan en la empresa, pero creo que no puedo crecer a nivel profesional”.
 La noción de buen trato está vinculada al tipo de trato que se considera ético o correcto desde el punto de vista moral. Si existe un buen trato (aprobado y aplaudido), hay otro trato que puede ser condenado: el maltrato. El buen trato a nivel familiar se logra cuando la persona brinda el espacio y el tiempo para relacionarse con sus hijos o su pareja, con alegría y dispuesta a descubrir las necesidades del otro. A la hora de fomentar el buen trato en el seno familiar y social entre adultos y jóvenes, se establecen una serie de valores o de pilares que son fundamentales para poder conseguir aquel. Entre los mismos se encuentran la comunicación, el conocimiento mutuo, el respeto o el amor. Asimismo se aconseja que es fundamental el permitir la autonomía del pequeño, el ponerse siempre psicológicamente en la posición de la otra persona para poder entenderla o el identificar las emociones. Es importante establecer que existen diversos pactos para fomentar lo que es el buen trato en lo que respecta a los niños. En muchos países se llevan a cabo acciones encaminadas a lograr aquel y que están basadas en lo que son los derechos de los más pequeños.

No obstante, además de todo lo expuesto, es significativo determinar que también el buen trato es imprescindible no sólo a nivel social o familiar sino también comercial. En concreto, nos estamos refiriendo a lo que es la atención que en cualquier negocio o empresa se ofrece al cliente pues sólo de esa manera se conseguirá que aquel adquiera los productos, contrate los servicios e incluso posteriormente vuelva a confiar en la misma entidad. En este aspecto, las claves del buen trato son ofrecer seguridad, hacer uso de un lenguaje corporal y verbal tanto sencillo como cercano, saber escuchar, ser respetuoso y amable, brindar cortesía y simpatía, dar buena muestra de profesionalidad, dar imagen de fiabilidad e incluso dejar patente que se es creíble.

A nivel laboral o social en general, el buen trato aparece vinculado al respeto y la solidaridad. El uso de expresiones como “por favor” o “gracias” forma parte del buen trato. El buen trato, de todas formas, no sólo se expresa a través de palabras, sino que también puede advertirse en el contacto físico (un beso, un apretón de manos, un abrazo) o en actitudes (prestar atención cuando habla otra persona, dejar pasar a una embarazada en una fila, recoger un papel que se le cayó a un anciano y devolvérselo).

El Buen Trato en las relaciones, y particularmente con niños y niñas pequeños (as), no es sólo la ausencia de situaciones de maltrato. Es una buena señal que estos hechos no ocurran, sin embargo, hablar de Buen Trato, invita a una reflexión mucho más profunda respecto a cómo los adultos nos relacionamos con ellos/as cotidianamente en nuestras familias, y fuera de ellas, en nuestras comunidades, e inclusive en espacios públicos.
El Buen Trato, antes que todo, es una forma particular de relación entre las personas, que se basa en un profundo sentimiento de respeto y valoración hacia la dignidad del otro(a). El Buen Trato se caracteriza por el uso de la empatía para entender y dar sentido a las necesidades de los demás, la comunicación efectiva entre las personas a fin de compartir genuinamente las necesidades, la resolución no violenta de conflictos, y un adecuado ejercicio de la jerarquía y del poder en las relaciones.
Si pensamos en el cuidado infantil, el Buen Trato da cuenta de un modo distinto de relación entre los adultos, niños y niñas, donde se pone al centro la satisfacción de sus necesidades de cuidado y bienestar, de modo de asegurar el desarrollo de sus máximas potencialidades en ambientes cariñosos, respetuosos y seguros afectivamente.
El Buen Trato se desarrolla, se aprende y es un proceso que debe iniciarse en la primera infancia. Y uno de los caminos claves para que los adultos cuidadores puedan desarrollar comportamientos de buen trato es el adecuado ejercicio de la autoridad en la crianza de niños y niñas.
Es importante saber que es posible ejercer un estilo de disciplina basado en el uso de normas y límites que ayude a niños y niñas a vivir en sociedad y, al mismo tiempo, respete su integridad psicológica y emocional. Es necesario comprender por fin, que para educar no se requiere un uso desmedido de la autoridad, sino un adecuado equilibrio entre la firmeza para poder normar, y sobre todo el cariño de los padres, madres y/o adultos para educar y criar desde el amor y el respeto.
El aprendizaje de Normas y Límites en los primeros años de vida
Si pensamos en la necesidad del Buen Trato en las relaciones entre los adultos y los niños y niñas, vemos que las normas y los límites aportan enormemente a mejorar la convivencia y son herramientas necesarias para resolver los conflictos que puedan presentarse en la crianza. Aceptar los límites y normas que exige la sociedad no siempre es una tarea fácil. Pero ¿qué pasaría si los límites y normas no existieran? La respuesta es clara: vivir en comunidad sería un tremendo caos.
Si para los adultos resulta difícil respetar las normas como cruzar con luz verde o dar el asiento a personas discapacitadas físicamente, es necesario tener en cuenta que para los niños y niñas puede ser aún más difícil debido a características propias de la etapa vital que viven: la existencia de un pensamiento egocéntrico: “yo primero, yo segundo, yo tercero…”  y la necesidad de gratificación inmediata que se observa en el deseo de conseguir lo que desean “aquí y ahora”: “¡quiero el dulce ya!”.
Los niños y niñas, como todas las personas, son amantes de la libertad y por ello, “quisieran hacer siempre lo que quieren”. Pero cuando hacer lo que quieren puede hacerles daño a ellos mismos o a otros, es necesario que los adultos intervengan, y una forma de hacerlo constructivamente es a través de la enseñanza adecuada de normas y límites. En la medida que niños y niñas las conozcan e internalicen tempranamente, les será más fácil desenvolverse socialmente en el jardín, en su hogar y en su comunidad. Incluso, para niños y niñas pequeños las normas y límites son una necesidad de desarrollo y es deber de los adultos responsables satisfacerlas, con la finalidad de que puedan convivir adecuadamente  en sociedad.
¿Cuáles son las normas más importantes en los primeros años de vida?
Las normas más importantes en la primera infancia, de 0 a 6 años de edad, se relacionan con la hora de levantarse y acostarse, los horarios de comida, la formación de hábitos, el tiempo que se dedica a la televisión, los programas que ve, las obligaciones de cada uno y los permisos.
¿Cómo poner en práctica un estilo de disciplina Bien Tratante?
La recomendación más importante para padres, madres, educadores y/o cuidadores es mantener el auto-control emocional al momento de disciplinar o corregir un comportamiento. La rabia del adulto impedirá una experiencia positiva de aprendizaje para el niño(a). Mantener la paciencia es vital. Es importante comunicar al niño (a) por qué son importantes las normas: para sentirse mejor, tener amigos (as), aprender a cuidarse, jugar y pasarlo bien, etc.
Frente a una situación de conflicto, se recomienda evitar desgastarse en largas explicaciones que intenten convencer al niño o niña. Bajo estas circunstancias se corre el riesgo de perder autoridad, a la vez que uno se expone a perder la paciencia y también el control. La conversación ocasional sobre temas relacionados con la disciplina, por ejemplo “por qué no es bueno ver más de una hora de televisión al día”, puede ser hecha en momentos tranquilos y de calma, de modo que el niño esté de buen ánimo y dispuesto a comprender razones.
Explicar razones cuando un niño (a) está enojado puede ser incluso contraproducente. Posiblemente el niño (a) no esté escuchando los mensajes del adulto. Es necesario comenzar poco a poco, haciendo un trato con los temas fundamentales. Para estar seguro/a que el niño o niña ha comprendido lo que se espera de él, es bueno preguntarle en forma de juego “a ver si te expliqué bien ¿cuál es nuestro trato?”
Intentar cumplir los acuerdos lo más rigurosamente posible. Por ejemplo, si acordaron que la hora de dormir es a las 9:00 hrs, y el niño/a no desea hacerlo, de manera tranquila y serena los padres u otros adultos cuidadores deben insistir, aunque el niño(a) reclame.
Ser papá, mamá o adulto responsable del cuidado y crianza es sin duda una tarea maravillosa, pero al mismo tiempo puede resultar difícil y agotadora. Lo importante es que en los momentos de tensión los adultos logren controlarse emocionalmente y piensen que siempre será mejor evitar el maltrato y desarrollar comportamientos bien tratantes a través del cariño y uso apropiado de las normas y límites, si lo que realmente desean es criar y cuidar a niños y niñas más felices.




martes, 1 de marzo de 2016


Actividad de aprendizaje








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Por actividad de aprendizaje se entiende todas aquellas acciones que realiza el alumno como parte del proceso instructivo que sigue, ya sea en el aula de la lengua meta o en cualquier otro lugar (en casa, en un centro de autoaprendizaje, en un laboratorio de idiomas, etc.). El profesor organiza el proceso instructivo y cada una de las sesiones o clases en torno a una serie de actividades didácticas, que, al ser implementadas, adquieren su pleno valor de actividades de aprendizaje. Con frecuencia, el término se emplea como equivalente a tarea didáctica. En otras ocasiones, la actividad se entiende como un componente más de la tarea, junto con los objetivos, los contenidos, los materiales, etc.
El concepto de actividad de aprendizaje es tan antiguo como la civilización humana, supuesto que la transmisión de conocimientos (saber) y técnicas (saber hacer) de una generación a otra es una característica inherente al ser humano. En el ámbito específico de la didáctica de la lengua meta, se puede apreciar cómo a lo largo de la historia las nuevas teorías desarrolladas en disciplinas como la lingüística, la psicología, la psicolingüística, la sociología, la sociolingüística, la pragmática, etc. propician el diseño de un método o de un enfoque y de unas actividades de aprendizaje en consonancia; p. ej., a partir de la lingüística estructural y de la psicología conductista se diseña el método audiolingüe, en el que se emplean los tradicionales ejercicios de repetición mecánica (en inglés, drills). Otro claro ejemplo lo tenemos en el enfoque por tareas: la evolución epistemológica en el enfoque conlleva una evolución paralela en las actividades de aprendizaje; así, se habla de tareas de primera generación —centradas en el profesor, de orientación lingüística—, tareas de segunda generación —más centradas en el alumno, de orientación hacia la realización de la propia tarea (más allá del uso lingüístico), concebidas no sólo para el desarrollo comunicativo, sino también para el desarrollo cognitivo— y tareas de tercera generación —de orientación más humanística y sociocultural, procurando una formación integral del aprendiente (autoconfianza, autonomía, respeto a la diversidad cultural, etc.)—.
Existe, pues, una extensa variedad de actividades de aprendizaje. El tipo por el que se opta en cada ocasión, además del método o enfoque didáctico en el que se enmarca, depende de otros múltiples factores, tales como el nivel de LM de los aprendientes, el momento del curso o de la clase, el lugar donde se realiza la actividad —en el aula, en el laboratorio, fuera del centro docente, etc.—, el propósito de la actividad —presentar contenidos, ampliar vocabulario, desarrollar estrategias de comunicación, etc.— o las destrezas lingüísticas que predominan. Así, p. ej., es típico realizar una actividad de rompehielos cuando empieza el curso, para que los alumnos de una clase empiecen a conocerse entre sí, o algún juego al acabar una actividad que exige una alta concentración, p. ej., después de un examen. Las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) ofrecen una amplia gama de posibilidades, que se suman a las más tradicionales. Un par de ejemplos son el DVD —con sus opciones de voz y subtítulos en varios idiomas— y el ordenador —procesadores de textos con corrección ortográfica y búsqueda de sinónimos, Internet, correo electrónico, chateo, programas de reconocimiento del habla, etc.