El Buen Trato.
El concepto de trato refiere a la acción y efecto de tratar.
Este verbo tiene diversos acepciones, como el proceder con una persona (ya
sea de obra o de palabra) o la relación con un individuo.
Puede entenderse al trato como la forma de comunicarse o
de establecer un vínculo con otra persona o con un grupo de sujetos. Por
ejemplo: “Es un muchacho simpático, muy agradable en el trato cotidiano”, “No
soporto cuando los padres le dan ese tipo de trato a sus hijos”, “Me
siento cómodo con el trato que me dan en la empresa, pero creo que no puedo
crecer a nivel profesional”.
La noción de buen trato está vinculada al tipo de trato que se considera ético o
correcto desde el punto de vista moral. Si existe un buen trato (aprobado
y aplaudido), hay otro trato que puede ser condenado: el maltrato. El buen
trato a nivel familiar se logra cuando la persona brinda el espacio y el tiempo
para relacionarse con sus hijos o su pareja, con alegría y dispuesta a
descubrir las necesidades del otro. A la hora de fomentar el buen trato en
el seno familiar y social entre adultos y jóvenes, se establecen una serie de
valores o de pilares que son fundamentales para poder conseguir aquel. Entre
los mismos se encuentran la comunicación, el conocimiento mutuo, el respeto o
el amor. Asimismo se aconseja que es fundamental el permitir la autonomía del
pequeño, el ponerse siempre psicológicamente en la posición de la otra persona
para poder entenderla o el identificar las emociones. Es importante establecer
que existen diversos pactos para fomentar lo que es el buen trato en lo que
respecta a los niños. En muchos países se llevan a cabo acciones encaminadas a
lograr aquel y que están basadas en lo que son los derechos de los más
pequeños.
No obstante, además de todo lo expuesto, es significativo determinar que
también el buen trato es imprescindible no sólo a nivel social o familiar sino
también comercial. En concreto, nos estamos refiriendo a lo que es la atención
que en cualquier negocio o empresa se ofrece al cliente pues sólo de esa manera
se conseguirá que aquel adquiera los productos, contrate los servicios e
incluso posteriormente vuelva a confiar en la misma entidad. En este
aspecto, las claves del buen trato son ofrecer seguridad, hacer uso de un
lenguaje corporal y verbal tanto sencillo como cercano, saber escuchar, ser
respetuoso y amable, brindar cortesía y simpatía, dar buena muestra de
profesionalidad, dar imagen de fiabilidad e incluso dejar patente que se es
creíble.
A nivel laboral o social en general, el buen trato aparece vinculado
al respeto y la solidaridad. El uso de expresiones
como “por favor” o “gracias” forma parte del buen trato. El
buen trato, de todas formas, no sólo se expresa a través de palabras, sino que
también puede advertirse en el contacto físico (un beso, un apretón de manos,
un abrazo) o en actitudes (prestar atención cuando habla otra persona, dejar
pasar a una embarazada en una fila, recoger un papel que se le cayó a un
anciano y devolvérselo).
El Buen Trato en las relaciones, y particularmente con niños y niñas
pequeños (as), no es sólo la ausencia de situaciones de maltrato. Es una buena
señal que estos hechos no ocurran, sin embargo, hablar de Buen Trato, invita a
una reflexión mucho más profunda respecto a cómo los adultos nos relacionamos con
ellos/as cotidianamente en nuestras familias, y fuera de ellas, en nuestras
comunidades, e inclusive en espacios públicos.
El Buen Trato, antes que todo, es una forma particular de relación entre
las personas, que se basa en un profundo sentimiento de respeto y valoración
hacia la dignidad del otro(a). El Buen Trato se caracteriza por el uso de la
empatía para entender y dar sentido a las necesidades de los demás, la
comunicación efectiva entre las personas a fin de compartir genuinamente las
necesidades, la resolución no violenta de conflictos, y un adecuado ejercicio
de la jerarquía y del poder en las relaciones.
Si pensamos en el cuidado infantil, el Buen Trato da cuenta de un modo
distinto de relación entre los adultos, niños y niñas, donde se pone al centro
la satisfacción de sus necesidades de cuidado y bienestar, de modo de asegurar
el desarrollo de sus máximas potencialidades en ambientes cariñosos,
respetuosos y seguros afectivamente.
El Buen Trato se desarrolla, se aprende y es un proceso que debe iniciarse
en la primera infancia. Y uno de los caminos claves para que los adultos
cuidadores puedan desarrollar comportamientos de buen trato es el adecuado
ejercicio de la autoridad en la crianza de niños y niñas.
Es importante saber que es posible ejercer un estilo de disciplina basado
en el uso de normas y límites que ayude a niños y niñas a vivir en sociedad y,
al mismo tiempo, respete su integridad psicológica y emocional. Es necesario comprender
por fin, que para educar no se requiere un uso desmedido de la autoridad, sino
un adecuado equilibrio entre la firmeza para poder normar, y sobre todo el
cariño de los padres, madres y/o adultos para educar y criar desde el amor y el
respeto.
El aprendizaje de Normas
y Límites en los primeros años de vida
Si pensamos en la necesidad del Buen Trato en las relaciones entre los
adultos y los niños y niñas, vemos que las normas y los límites aportan
enormemente a mejorar la convivencia y son herramientas necesarias para
resolver los conflictos que puedan presentarse en la crianza. Aceptar los límites y
normas que exige la sociedad no siempre es una tarea fácil. Pero ¿qué pasaría
si los límites y normas no existieran? La respuesta es clara: vivir en
comunidad sería un tremendo caos.
Si para los adultos resulta difícil respetar las normas como cruzar con luz
verde o dar el asiento a personas discapacitadas físicamente, es necesario
tener en cuenta que para los niños y niñas puede ser aún más difícil debido a
características propias de la etapa vital que viven: la existencia de un
pensamiento egocéntrico: “yo primero, yo segundo, yo tercero…” y la
necesidad de gratificación inmediata que se observa en el deseo de conseguir lo
que desean “aquí y ahora”: “¡quiero el dulce ya!”.
Los niños y niñas, como todas las personas, son amantes de la libertad y
por ello, “quisieran hacer siempre lo que quieren”. Pero cuando hacer lo que
quieren puede hacerles daño a ellos mismos o a otros, es necesario que los adultos
intervengan, y una forma de hacerlo constructivamente es a través de la
enseñanza adecuada de normas y límites. En la medida que niños y niñas las
conozcan e internalicen tempranamente, les será más fácil desenvolverse
socialmente en el jardín, en su hogar y en su comunidad. Incluso, para niños y
niñas pequeños las normas y límites son una necesidad de desarrollo y es deber
de los adultos responsables satisfacerlas, con la finalidad de que puedan
convivir adecuadamente en sociedad.
¿Cuáles son las normas
más importantes en los primeros años de vida?
Las normas más importantes en la primera infancia, de 0 a 6 años de edad,
se relacionan con la hora de levantarse y acostarse, los horarios de comida, la
formación de hábitos, el tiempo que se dedica a la televisión, los programas
que ve, las obligaciones de cada uno y los permisos.
¿Cómo poner en práctica
un estilo de disciplina Bien Tratante?
La recomendación más
importante para padres, madres, educadores y/o cuidadores es mantener el
auto-control emocional al momento de disciplinar o corregir un comportamiento.
La rabia del adulto impedirá una experiencia positiva de aprendizaje para el
niño(a). Mantener la paciencia es vital. Es importante comunicar al niño (a) por
qué son importantes las normas: para sentirse mejor, tener amigos (as),
aprender a cuidarse, jugar y pasarlo bien, etc.
Frente a una situación
de conflicto, se recomienda evitar desgastarse en largas explicaciones que
intenten convencer al niño o niña. Bajo estas circunstancias se corre el riesgo
de perder autoridad, a la vez que uno se expone a perder la paciencia y también
el control. La conversación ocasional sobre temas relacionados con la disciplina, por
ejemplo “por qué no es bueno ver más de una hora de televisión al día”, puede
ser hecha en momentos tranquilos y de calma, de modo que el niño esté de buen ánimo
y dispuesto a comprender razones.
Explicar razones cuando
un niño (a) está enojado puede ser incluso contraproducente. Posiblemente el
niño (a) no esté escuchando los mensajes del adulto. Es necesario comenzar
poco a poco, haciendo un trato con los temas fundamentales. Para estar seguro/a
que el niño o niña ha comprendido lo que se espera de él, es bueno preguntarle
en forma de juego “a ver si te expliqué bien ¿cuál es nuestro trato?”
Intentar cumplir los
acuerdos lo más rigurosamente posible. Por ejemplo, si acordaron que la hora de
dormir es a las 9:00 hrs, y el niño/a no desea hacerlo, de manera tranquila y
serena los padres u otros adultos cuidadores deben insistir, aunque el niño(a)
reclame.
Ser papá, mamá o adulto responsable del cuidado y crianza es sin duda una
tarea maravillosa, pero al mismo tiempo puede resultar difícil y agotadora. Lo
importante es que en los momentos de tensión los adultos logren controlarse
emocionalmente y piensen que siempre será mejor evitar el maltrato y
desarrollar comportamientos bien tratantes a través del cariño y uso apropiado
de las normas y límites, si lo que realmente desean es criar y cuidar a niños y
niñas más felices.