Actividad de aprendizaje
Por actividad de aprendizaje se entiende todas aquellas acciones que realiza el alumno como parte del proceso instructivo que sigue, ya sea en el aula de la lengua meta o en cualquier otro lugar (en casa, en un centro de autoaprendizaje, en un laboratorio de idiomas, etc.). El profesor organiza el proceso instructivo y cada una de las sesiones o clases en torno a una serie de actividades didácticas, que, al ser implementadas, adquieren su pleno valor de actividades de aprendizaje. Con frecuencia, el término se emplea como equivalente a tarea didáctica. En otras ocasiones, la actividad se entiende como un componente más de la tarea, junto con los objetivos, los contenidos, los materiales, etc.
El concepto de actividad de aprendizaje es tan antiguo como la civilización humana, supuesto que la transmisión de conocimientos (saber) y técnicas (saber hacer) de una generación a otra es una característica inherente al ser humano. En el ámbito específico de la didáctica de la lengua meta, se puede apreciar cómo a lo largo de la historia las nuevas teorías desarrolladas en disciplinas como la lingüística, la psicología, la psicolingüística, la sociología, la sociolingüística, la pragmática, etc. propician el diseño de un método o de un enfoque y de unas actividades de aprendizaje en consonancia; p. ej., a partir de la lingüística estructural y de la psicología conductista se diseña el método audiolingüe, en el que se emplean los tradicionales ejercicios de repetición mecánica (en inglés, drills). Otro claro ejemplo lo tenemos en el enfoque por tareas: la evolución epistemológica en el enfoque conlleva una evolución paralela en las actividades de aprendizaje; así, se habla de tareas de primera generación —centradas en el profesor, de orientación lingüística—, tareas de segunda generación —más centradas en el alumno, de orientación hacia la realización de la propia tarea (más allá del uso lingüístico), concebidas no sólo para el desarrollo comunicativo, sino también para el desarrollo cognitivo— y tareas de tercera generación —de orientación más humanística y sociocultural, procurando una formación integral del aprendiente (autoconfianza, autonomía, respeto a la diversidad cultural, etc.)—.
Existe, pues, una extensa variedad de actividades de aprendizaje. El tipo por el que se opta en cada ocasión, además del método o enfoque didáctico en el que se enmarca, depende de otros múltiples factores, tales como el nivel de LM de los aprendientes, el momento del curso o de la clase, el lugar donde se realiza la actividad —en el aula, en el laboratorio, fuera del centro docente, etc.—, el propósito de la actividad —presentar contenidos, ampliar vocabulario, desarrollar estrategias de comunicación, etc.— o las destrezas lingüísticas que predominan. Así, p. ej., es típico realizar una actividad de rompehielos cuando empieza el curso, para que los alumnos de una clase empiecen a conocerse entre sí, o algún juego al acabar una actividad que exige una alta concentración, p. ej., después de un examen. Las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) ofrecen una amplia gama de posibilidades, que se suman a las más tradicionales. Un par de ejemplos son el DVD —con sus opciones de voz y subtítulos en varios idiomas— y el ordenador —procesadores de textos con corrección ortográfica y búsqueda de sinónimos, Internet, correo electrónico, chateo, programas de reconocimiento del habla, etc.
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